Este Colegio, es una bendición. Un regalo que Dios entregó a esta familia, con muchas ganas de servir a los demás con alegría, con entrega, reconociendo a Jesús en cada uno de los niños que nos ha confiado. Cuando cumplimos 50 años, mi padre escribió para la revista del Colegio esta historia tan bonita, que queremos compartir con vosotros:
Nuestro Colegio se puso al servicio de la educación el 8 de marzo de 1955. Este centro, es una bendición, un regalo de Dios a nuestra familia. Desde sus comienzos siempre nos hemos entregado y comprometido con vocación, alegría y con una actitud de servicio y de humildad, reconociendo a Jesucristo en cada uno de los niños y jóvenes que Él nos confía.
Este sentimiento, se contagia, porque es sin duda un Proyecto de Dios. Él ha puesto en nuestro camino a personas que guían el aprendizaje sin olvidar los valores del evangelio que son los pilares que nos sustentan y que no pasan nunca de moda: el amor, el perdón, la esperanza y la entrega.
Manuel Vázquez Bravo, sin duda el alma de nuestro colegio, tuvo que dejar su pasión por una enfermedad del corazón y aquí me incorporé yo, muy joven, con una trayectoria de trabajo en la Universidad de Psicología, en el departamento de Neuropsicología trabajando con personas con traumatismos craneoencefálicos. Estaba feliz, pero un día mi padre me propuso continuar con su vocación.
Conseguimos concertar la Educación Infantil y un aula de apoyo a la integración. Consolidamos nuestro servicio de orientación escolar y continuamos con nuestro proceso de gestión de calidad. El sello 400+ en el Reconocimiento a la excelencia en Educación y Formación, nos anima a seguir navegando con ilusión.
Comenzamos dos nuevos proyectos: el de bilingüismo y el de evangelización.
En el proyecto de bilingüismo, valoro y me llena de orgullo el nivel de compromiso sincero del profesorado del centro, con su formación continua, para ofrecer lo mejor de cada uno a nuestra Comunidad.
El proyecto de evangelización lo comenzamos influenciados por el Papa Francisco, gracias a su sencillez y energía que transmite con entusiasmo. Nuestro objetivo es profundizar en la oración y el silencio como vehículo de comunicación con Dios. Nos formamos para descubrir o alimentar nuestros dones, siendo conscientes que no son nuestros, que el Espíritu Santo nos lo ha entregado para compartirlo con los demás.
La alegría, la esperanza y la confianza en Dios, es el motor que pone en marcha nuestro quehacer diario, sintiendo y reconociendo en los que más lo necesitan el rostro de Jesucristo.
Gracias papá, porque todo lo que sé y lo que entrego a los demás, lo he aprendido de ti, de nuestra familia, de nuestra unión, de nuestra forma de vida.
Nuestra Comunidad Educativa está impregnada de estos valores, que se contagian a todos los que comienzan a vivir con nosotros una parte de su vida. Sembramos, otras veces regamos, otras observamos, disfrutamos, compartimos, recibimos, sabiendo que nuestros actos solo son pasitos de un camino que llevará a nuestra familia del colegio a conseguir todo lo que se proponga.
En febrero de 2018 presentamos nuestro proyecto de Comunidad de Aprendizaje, y . en mayo de ese mismo año recibimos el reconocimiento. Seguíamos caminando con ilusión para agradecer a Dios todo lo que había puesto en nuestras manos. Abrimos las puertas de nuestro colegio para convertirnos en el primer centro concertado Comunidad de Aprendizaje de Andalucía. La participación de voluntarios en las actuaciones educativas de éxito: grupos interactivos, tertulias, comisiones…, trabajo en red con instituciones externas, hace que el aprendizaje sea más significativo.
Nuestros siguientes objetivos están en consonancia con los desafíos del Siglo XXI y con los objetivos de la Agenda 20-30, trabajados desde la singularidad de cada curso nuestra pedagogía se centra en la re-conexión de tres niveles: el cuidado de mí mismo, el cuidado del otro y de nuestro Planeta. Nuestra ilusión es poder disfrutar en un mundo justo, unido y con los recursos necesarios para todos, para siempre. Para ello nuestro alumnado se integra en las empresas y desde pequeños van aprendiendo las habilidades, capacidades y destrezas necesarias para tener un éxito personal y profesional construyendo juntos proyectos de vida valiosos orientados hacia el propósito personal de cada persona. Para ello ofrecemos oportunidades de aprendizaje para todos, durante toda la vida.
UN CENTRO DE APRENDIZAJE CON VIDA.
Qué alegría poder compartir con vosotros, una historia preciosa.
Os voy a contar cómo comenzó la vida de nuestro colegio. Cómo nació, creció y se está haciendo fuerte gracias a vosotros. A esos pequeños detalles de cariño, de amor, de cuidado, de unión, entregando siempre lo mejor de nosotros mismos.
Es curioso, pero cada vez que invitamos a alguien para que asista al Colegio, a celebrar una Eucaristía, a que nos dé una charla, a que nos acompañe en la formación de los profesores, a que colaboren con nosotros en la preparación de actividades…. todos coinciden en algo. ¡¡Qué buenas vibraciones transmite este colegio!! ¡¡Se respira unión y respeto entre vosotros, cómo los pequeños se hacen responsables de los grandes, cómo os cuidáis y os acompañáis!! Sois una gran familia.
Todo comenzó hace mucho mucho tiempo, cuando mi padre se quedó huérfano cuando solo tenía seis añitos. Con cinco hermanos más, mi abuela María, que entonces no trabajaba, tenía que darles de comer y sacar adelante a sus hijos. Mi tía Ofelia, que trabajaba en una tienda de fotografía y con un novio fotógrafo guapísimo, cuando ocurre este acontecimiento en la casa de mi padre, no duda en dejar a su novio e ir a ayudar a su cuñada, mi abuela. La acompañó hasta el final de sus días con una gran sonrisa y humildad.
Un día, mi abuela María, le dijo: Ofelia, han venido a casa dos mellizos y un amiguito para que le des clases particulares. Tenía que ser en su casa. Por supuesto (le contestó) aquí estoy yo para ayudarles.
Nuestro asombro fue que al año siguiente vinieron 30 niños, al siguiente 70, y ya casi no cabían en casa. Todas las mañanas, mi padre y sus hermanos tenían que recoger sus camas y apilarlas para hacerle hueco a todos los niños que esperaban en fila, en la puerta de la casa, con su silla pequeña y una pizarrita que traían de casa.
Ofelia le contó a una buena amiga que ya no cabían en casa. Su amiga le dijo: no te preocupes Ofelia, están empezando a construir en Huerta Santa Teresa, ¿por qué no compráis un terrenito y os trasladáis allí? Imposible, no podemos, (contestó Ofelia), no tenemos dinero, tenemos muchos sobrinos para darles de comer, para vestir y para ofrecerle una educación.
Días después, se murió la abuela de mi padre y la herencia se la repartieron entre los hermanos de mi abuela. A mi abuela María le tocó dos fincas cerca de un pueblo, pero era para ganado. Estuvieron pensando y decidieron vender las fincas y pudo comprar con 200 pesetas un terrenito aquí, donde está hoy nuestro colegio. Solo se pudo construir la planta baja y el día 8 de marzo de 1955, todos los niños se trasladaron a este lugar para continuar la historia.
¡Necesitamos profesores!, les dijo a mi abuela mi tía Ofelia, no te preocupes Ofelia, (contestó mi abuela), Lina, María, Salud y Manuel, cuatro de los 6 sobrinos eran ya maestros o estudiaron después.
Mi padre fue el primer director hasta que su corazón le dijo que tenía que cuidarse un poquito más. Me dijo: “Ofelia, ¿tú quieres ser la directora?”. Papá, me da un poco de miedo porque ¿ser directora que és? Me dijo, no tengas miedo porque solo tienes que descubrir lo mejor de cada niño, de cada profe, lo que cada padre tenga en su interior para que entre todos construyamos un mundo mejor.
No soy la única de mi famila aquí, me sigue acompañando Mayte, mi prima. Para mí no es un trabajo, es una alegría poder levantarme todos los días y encontrarme aquí con vosotros que llenáis una parte muy importante de mi vida.
Unos de los meses más dolorosos de mi vida fue acompañar a mi padre en su camino hacia el cielo. Los duros años de pandemia no me impidieron amarlo hasta el final.
Si hay una persona que me enseñó todo lo que yo entrego en este colegio, sin duda, fue mi padre. Todo lo que viví en casa de pequeña, dejó mi huella. Desde el cielo sin duda, nos acompaña en la toma de decisiones y siento que nos ama con locura.
Nuestra Comunidad de Aprendizaje, va creciendo y poniéndose a la altura de los grandes colegios que les respalda una institución detrás. Siento que Dios nos protege, nos alienta a continuar y está orgullosos de nosotros. Nuestro día a día, entregando nuestro ser a los demás, nos llena de satisfacción y alegría. Es una bendición haber encontrado profesores que creen y se esfuerzan todos los días por hacer de la educación uno de los motores de la vida, capaces de transformar a través de la educación el corazón de los niños. Es una alegría tener un equipo directivo que vive por y para los demás.
Mi hija Sofía, también es maestra, desde pequeñita ya quería serlo. Le encanta dar y recibir amor. Los niños la quieren con locura. Tengo la oportunidad de ver que la historia continúa ahora en ella. Como sin haber conocido a mi tía Ofelia, lleva en la sangre y en su corazón la esencia de la familia. Dar sin esperar recibir. Disfrutar con nuestro trabajo y crecer como personas para ofrecer un mejor servicio a los demás.
Ofelia Vázquez Martín
Directora Titular